No, no me refiero a la entrañable montaña basura de Fraggle Rock, oráculo de sabiduría al que acudían estos simpáticos seres en busca de consejo. Más bien me refiero al sentido literal de la frase, que viene a expresar un problema que cada día es más preocupante, no solo en nuestros montes, sino también en nuestros océanos.
Envases energéticos recogidos en ruta |
Por un lado llena de emoción ver que no todo es fútbol en este país, y que deportes minoritarios como estos, están creando cada vez más afición entre la gente y en medios de comunicación generalistas. Pero por otro lado asistimos a un deterioro acelerado del entorno natural donde lo practicamos, debido principalmente al aumento de personas en la montaña con falta de conciencia y respeto por la naturaleza.
Realizar una ruta en la que a cada pocos metros tropezamos con envases o restos de basura, aunque sea orgánica, no solo deteriora y contamina el entorno, sino que también resta, cuando no anula, la emoción de creer ser los primeros en pasar por allí, elimina la sensación de aventura.
Elegimos la montaña como nuestra pista deportiva por el amor que sentimos hacia la naturaleza, no por batir una marca a toda costa. Somos nosotros los primeros que tenemos la obligación de cuidar de ella, sino, es probable que acabemos corriendo entre montañas de basura.