¡¡ALTO!!, PROHIBIDO EL PASO



Prohibido el paso, propiedad privada, prohibido el acceso a toda persona ajena a la propiedad, cuidado perros sueltos. Es algo tan habitual en nuestros montes, estepas y campiñas que nos lo tomamos como algo normal, algo que forma parte del paisaje al caminar, algo que asumimos sin más al leerlo, sin ni siquiera cuestionárnoslo. No se puede pasar y punto.

Cada vez que salimos de ruta por veredas y cañadas, en bici o andando, nos salen al paso en cruces y lagares, multitud de carteles advirtiéndonos de la prohibición de transitar por tal o cual camino, de la privacidad de la propiedad, como si el hecho de andar o pedalear fuese a poner en peligro la propiedad y los usuarios fueran sospechosos de ser vándalos por el simple hecho de transitar por el campo.

España cuenta con una vasta red de vías pecuarias, fruto de la protección que desde siglos se le viene dando a estos caminos para el tránsito de personas y ganado. Durante mediados del s.XX, el abandono paulatino de la trashumancia, provocó el desuso de estas vías y la posterior usurpación por parte de propietarios sin escrúpulos, que amparados por la dictadura militar de la época, no vacilaban en impedir el paso a todo el que le fuese extraño, como cual señor feudal. Un residuo cultural que llega hasta nuestros días.

Este extraño concepto de propiedad privada que tenemos en el sur de Europa, en el que aflora el celo por evitar que alguien pise nuestra propiedad, contrasta con el mismo concepto pero en un país norteño como Noruega, donde, a diferencia que en España, todo el mundo tiene derecho al campo. Un derecho histórico basado en el libre acceso de paso de cualquier persona en cualquier propiedad, la atraviese o no un camino público. Claro que este derecho entraña el cumplimiento y respeto del usuario de unas normas básicas, la mayoría de sentido común.

La recuperación, deslinde y mantenimiento de nuestros caminos públicos es esencial para el libre desarrollo de las actividades lúdicas y deportivas en la naturaleza, si no fuese por ellos las competiciones más prestigiosas de btt o trail running de España no serían posibles, ni tampoco nuestras típicas salidas de fin de semana con el grupo.

Estas actividades deportivas y el turismo de naturaleza, representan un nicho económico que en nuestro país se encuentra en expansión, en el que cada año crece más y pone de manifiesto la necesidad de preservar este patrimonio que es de todos.